«Matar a civiles desarmados está más allá de mi comprensión»

La entrevista de Anatoliy Kotov, que dimitió de su cargo en la Administración de Lukashenko: Qué piensan los altos funcionarios de las protestas y la lealtad al régimen

7 septiembre 2020, 14:26 | Meduza

Source: Archivo de Anatoliy Kotov

El Jefe Adjunto de la Sección del Departamento de Asuntos del Presidente de la República de Belarús, Anatoliy Kotov, ha presentado su dimisión del cargo público en plenas protestas por no estar de acuerdo con la política que están llevando a cabo las autoridades hacia los manifestantes. Ha anunciado su decisión públicamente, al escribir en Facebook que de lo contrario no podría «dormir por la noche». El corresponsal especial de «Meduza» Maxim Solopov entrevistó a Kotov sobre las razones de la crisis política en Belarús (Bielorrusia), su percepción por los funcionarios belarusos, las posibilidades de división en el círculo interno de Lukashenko, el programa de la oposición y los posibles escenarios de la evolución futura de los acontecimientos en el país.

¿Podría contarnos de su carrera en este cargo público?

He logrado trabajar en el sistema del Ministerio de Asuntos Exteriores: en el Aparato central y en la Embajada de Belarús en Polonia. Al comienzo de mi carrera no desempeñaba cargos representativos: trabajé de jurista en el Departamento de Tratados y Leyes [Ministerio de Asuntos Exteriores] en Polonia, fui Secretario del Departamento de Comercio y Economía. Durante mi segunda comisión de servicio [en Polonia] ya fui Asesor en asuntos políticos. Trabajé en el Departamento de política exterior de la Administración del Presidente como Asesor Principal. Durante unos años trabajé en el Comité Olímpico Nacional. Por su forma fue un trabajo social, claro, pero es una organización que forma parte del sistema de la esfera deportiva, y la encabeza el Presidente de la República de Belarús. Fui Subdirector en la celebración de los segundos Juegos Europeos en Minsk. Luego trabajé en la Asociación de ciberseguridad de Belarús , lo que fue un intento de crear una plataforma para que las principales compañías belarusas de la esfera de las altas tecnologías pudieran discutir temas relevantes. Era una asociación empresarial, no trabajé mucho allí porque volví a ejercer un cargo público. En la parte final de mi carrera fui Jefe Adjunto de la Sección del Departamento de Asuntos del Presidente de la República de Belarús.

De una forma u otra, todo mi trabajo estaba dedicado a las relaciones de Belarús con otros países del mundo. Cuando yo trabajaba en la Administración, se trataba de los países de América Latina, África, algunos de Europa; Polonia, en particular, porque trabajaba mucho en esa dirección. En el Departamento de Asuntos [del Presidente] también me dedicaba a las relaciones económicas exteriores.

¿Alguna vez a tenido la oportunidad de interactuar con el propio Aleksandr Lukashenko?

Coincidimos en algunos eventos deportivos, pero eran entrevistas sobre actividades deportivas, no suponían conversaciones privadas. Por eso para mí es difícil hablar del actual Jefe del Estado a nivel personal. Solo puedo decir que es un buen orador y tiene una personalidad carismática, sabe captar la atención del público. Pero en varias situaciones de alguna manera me crucé con la mayoría de ministros y jefes de la administración presidencial.

¿Ha sido leal al gobierno actual hasta el final?

Voy a decir que no he dimitido de mi cargo público para formar parte de la oposición. Siempre me importó la eficiencia y posibilidad de trabajar en el lugar donde me encontraba. Hay objetivos y hay mecanismos apropiados para alcanzarlos.

Será cínico lo que voy a decir: en mi opinión, hubiera sido posible lograr la victoria [de Lukashenko] en las elecciones. Pero todo fue hecho de manera muy poco profesional. En el enfrentamiento entre las autoridades y la oposición, la gente había estado siempre del lado de las autoridades. Por primera vez, el pueblo actúa por su propia iniciativa, contra ambos. Si usted ha seguido nuestras elecciones, habrá visto que la oposición tradicional se había quedado al margen. Desde mi punto de vista, todo eso y lo que sucedió después habría sido posible evitarlo. Si hace seis meses alguien me hubiera dicho lo que ocurriría en el país, le habría contestado que le faltaba un tornillo. Pero una serie de errores fatales [de las autoridades] cometidos durante los últimos seis meses han llevado a estos sucesos en las calles de nuestras ciudades.

Es terrible a lo que hemos llegado en agosto de 2020. Como resultado de acciones poco profesionales por parte de las autoridades, tuvieron lugar acontecimientos horribles. Sin duda, los que viven en Belarús hoy no recuerdan nada parecido. Podríamos compararlo solo con los acontecimientos de los tiempos de la Gran Guerra Patria [parte de la Segunda Guerra Mundial en la que participó la URSS – Nota del traductor]. Me niego rotundamente a aceptar tal resultado. Si esa es la voz de oposición, entonces yo estoy en la oposición. Pero a mí me gusta más decir que estoy con el pueblo.

¿Se puede decir que ha sido Ud. y sigue siendo partidario del curso que el gobierno existente mantuvo hasta las últimas elecciones?

Eso no es correcto. Siempre he sido partidario del desarrollo efectivo de nuestro país, pero a lo que hemos llegado ahora no tiene nada que ver con esto.

¿Lo de antes le parecía eficaz?

Participé y fui testigo de una política exterior correcta: estaban dispuestos a dialogar con varias partes, llevaban a cabp negociaciones, la política exterior era polifacética, el país estaba abierto. Acepté el proyecto de los Juegos Europeos con mucha ilusión. Pude aceptar un cierto porcentaje de fallos y rarezas en la gestión del estado porque todavía estábamos avanzando: el año 2015 fue mejor que el 2010, el año 2018 fue mejor que el 2015, el 2019 fue un año fantástico en términos de la promoción de la imagen belarusa en la palestra internacional. Los Juegos Europeos: por primera vez, toda Europa, casi todo el mundo estaba mirando a Belarús. Todo era positivo. Llegaban delegaciones deportivas y oficiales, venían hinchas (muchos de ellos estaban en Minsk por primera vez). Triunfó la diplomacia deportiva.

Pero si los últimos eventos son lo que buscamos, entonces estoy totalmente en contra de este curso y no quiero participar en él de ninguna manera. No entiendo cómo ha sido posible en el siglo XXI en un país verdaderamente europeo llegar al extremo de matar a ciudadanos desarmados, golpear brutalmente y torturar masivamente y ni siquiera intentar disculparse después. Para mí, esto está más allá de los límites.

La sociedad ha sufrido un grave trauma psicológico. Siete mil detenidos que hay que multiplicar por el número de sus familiares que pasaron por el Departamento del Distrito de Asuntos Interiores y otras instituciones penitenciarias en tres días. Otras 450 personas resultaron heridas y sus familiares se vieron afectados de una forma u otra por esta tragedia. Para ellos, la Belarús pacífica nunca volverá a ser la misma.

Es posible infundir miedo a 10 o 15 personas. No llegan a ser una masa crítica. Pero si la escala de la violencia ha excedido los límites permitidos, esta pasta no se puede volver a meter en el tubo. Se necesita un enfoque serio hacia la reconciliación nacional. Es imposible manejar con calma a una masa de ciudadanos descontentos sin al menos disculparse con ellos. Y no es que no les pidan disculpas… Una persona presenta una solicitud para iniciar un caso por el hecho de que fue golpeado, y se le entrega una notificación sobre el inicio de un proceso penal en su contra. Siendo abogado, yo lo veo como un crac jurídico del estado. Ni siquiera es vivir según el código presidiario, es un caos total.

El Estado posee el monopolio de la violencia; es lo clásico de cualquier teoría política. Pero cualquier violencia debe estar dentro de ciertos límites establecidos, incluso en Belarús: la tortura es inaceptable, el uso de medios especiales está regulado. Pero si se demuestra manifiestamente el rechazo a cumplirlo, ya estamos en otra realidad, y no quiero ayudar a esta realidad. Si este es el resultado de nuestro desarrollo, significa que hemos tomado una dirección equivocada.

Presté la atención a la última declaración de nuestro Ministro de Asuntos Exteriores en la que pedía dar a Belarús una oportunidad de realizar una transformación interna. Tuvimos muchas oportunidades, pero no nos dimos cuenta. Debemos admitir con valentía que el sistema actual no es capaz de transformarse. La única explicación que tengo para esto es que faltan profesionales. En los últimos años hemos llegado a tener a una generación de funcionarios gubernamentales que solo saben decir «¡Sí!» y juntar los talones. Así el sistema no funciona. Si la gestión clásica normal no está en demanda en el país, entonces uno no debería sorprenderse de tales resultados…

¿En qué momento se sintió Ud. cambios en la calidad de la gestión para peor?

Entre 2010 y 2015 tuve la sensación de que entre los líderes del país había personas a las cuales no les daba lo mismo lo que estaban haciendo, que querían desarrollarse, necesitaban creatividad. Incluso hubo una ola de personas que regresaron a la administración pública desde el extranjero para llevar a cabo sus proyectos y hacer avanzar al país en desarrollo. Comenzó a prosperar el sector de altas tecnologías de Belarús. Vi a mi alrededor colegas con una educación europea moderna.

Al volver al servicio público [en 2020], vi que había tenido lugar una transformación para peor. Pavel Yakubovich, el [ex] editor en jefe del periódico «Sovetskaya Belarus», se expresó bien sobre esto. Esribió un artículo dedicado al tema de la selección negativa activa en la nomenclatura belarusa durante los últimos años, lo que se transformó en una crisis de la administración pública…

Se puede tratar de manera diferente, Yakubovich siempre ha sido considerado el guardián de la ideología estatal belarusa, pero no se puede negar que es un hombre sabio y ha estado observando el sistema desde la época soviética. Si tal mastodonte político dice que la crisis ha sido provocada por la política de personal durante los últimos tres o cuatro años, entonces al menos esta es una opinión que vale la pena escuchar. Personalmente, comparto dicha afirmación.

¿Entiendo bien que el inicio de esta política fue el nombramiento de Natalia Kochanova como Jefa de la Administración Presidencial?

Una vez más, esto es lo que también escribió Yakubovich: con su llegada, algo salió mal con el personal.

¿Por qué el presidente, que siempre tenía en cuenta todas las esferas de la vida estatal, perdió repentinamente el control y encargó la gestión a personas ineficaces?

Me resulta difícil formular mi opinión sobre este tema. Muchos explican esto por el hecho de que cerca del Jefe de Estado están las personas que lo han metido en un «baño templado».

Varios ex funcionarios citan entre esas personas a la secretaria de prensa del presidente, Natalia Eismont, las chicas del servicio de protocolo y Natalia Kochanova. ¿En realidad, es esta la verdad?

Sabe Ud., si solo se lo hubiera contado yo, entonces habríamos podido reírnos, porque estoy lejos de ser un mastodonte y no soy una autoridad dentro del sistema. Pero si conozco este fenómeno de diez fuentes diferentes y yo mismo lo he observado más de una vez, entonces al menos esta explicación parece lógica. Fue lo que provocó la sublevación de la sociedad, esto es, del pueblo. No se trata de un enfrentamiento entre las autoridades y la oposición: ha salido al escenario el tercer actor político más importante. Todos quedaron conmovidos por la covid y la recesión económica de abril que provocó, la reacción de las autoridades, que consistía en excusas: «¡No tenemos eso!», «¡Estamos bien!». La gente se molestó. ¿Por qué las autoridades se comportaron de esta manera? No tengo otra explicación lógica que no sea la anterior.

Ahora, durante la crisis política, ¿cómo la perciben los funcionarios públicos: prevalece la lealtad a la administración o la empatía por los manifestantes?

Siempre hay categorías de personas en la administración pública. Primero, aquellos que llevan mucho tiempo trabajando allí y simplemente no se ven fuera de este paradigma. Si uno trabaja en una institución de 10 a 15 años o se mueve verticalmente dentro de una estructura, esto reduce significativamente su pensamiento. Muchos de ellos no quieren aprender nada nuevo, ni siquiera en su campo.

Hay una categoría de personas que han estado personalmente involucradas en las acciones ilícitas: estos son policías antidisturbios que han golpeado a la gente, maestros que han falsificado los resultados en las comisiones electorales… Están acorralados porque de alguna manera se consideran responsables de lo sucedido.

Hay personas, pienso que pertenezco a este grupo, que querían que el estado fuera adecuado. Estas personas se van porque su opinión significa [para las autoridades] que de alguna manera son poco confiables, con una psique inestable o no entienden «toda la importancia del momento histórico»: «Hay enemigos alrededor, estamos en la primera línea y debemos unir nuestras filas». Me alegro de que haya tal categoría de personas y de que lo pongan de manifiesto.

¿Cuál de las recientes acciones públicas le impresionó en este sentido?

El mismo Pavel Latushko. Dimitió un líder importante de la ONT, Dmitry Semchenko, quien, aunque formalmente no estaba en la administración presidencial, estaba muy cerca de la dirección del servicio de prensa. Una de las figuras centrales del grupo presidencial y su líder informal. El mismo día dimitió Artem Proskalovich, Jefe Adjunto del Departamento Jurídico Principal de la Administración Presidencial. No lo conozco personalmente, pero es una de las personas que trabajó en la administración durante muchos años y gozó de gran prestigio como especialista en derecho del más alto nivel. Simplemente se fue, por las mismas razones que los demás.

Merece mencionar la situación en torno a los atletas. Hay una carta abierta con demandas a las autoridades, a la fecha de hoy la han firmado más de 400 personas, entre ellas se figuran personas a las que no se les puede faltar el respeto: nuestra corredora de maratón Olga Mazurenok; la gimnasta Melitina Staniuta, múltiple campeona mundial, ganadora de muchos premios; el luchador de sambo Stepan Popov; la medallista olímpica Nadezhda Ostapchuk; jugadores de baloncesto de la selección nacional; la nadadora y medallista olímpica Alexandra Gerasimenia. Los deportistas son los únicos líderes de opinión que fueron considerados el electorado nuclear de Lukashenko. Todos seguían su ejemplo. Los atletas son aquellos que pueden influir moralmente en las personas que dudan.

Los empleados de la capa superior de la categoría intermedia del aparato estatal y de los departamentos de fuerzas y de cuerpos de seguridad dimiten. Algunos lo anuncian, otros lo hacen en secreto, pero el proceso continúa. Las personas más correctas se van. Cuanta menos gente correcta se quede, peor será la administración pública. El sistema se encoge como un cuero de chagrín. Nuestro Canciller dijo que dado que los que no están de acuerdo se van, entonces cerraremos filas, las consolidaremos y nos uniremos aún más. Pero si caemos en una crisis con la propia calidad del aparato estatal, entonces, con su deterioro, el colapso definitivamente vendrá aún más rápido. Hay empleados inteligentes y fieles. Estas categorías no siempre coinciden. Los inteligentes son más difíciles de manejar, pero cuanto más fieles son, las más probabilidades hay de que el sistema se desmorone por su incompetencia.

Si las autoridades continúan negándose a dialogar, ¿es posible la notoria división de las élites o una división en el séquito de Lukashenko?

No creo que haya una división a nivel de figuras icónicas en el séquito del presidente. En mi opinión, esta es solo una categoría de personas que se consideran acorraladas y están listas para moverse solo en una dirección.

¿Hay figuras que sepan negociar en torno al presidente? Muchos, incluso entre la oposición, llamaron así al ex Primer Ministro Sergei Rumas.

Sabe Ud., recientemente, aunque no directamente, el jefe de Estado expresó una estimación de esta persona: enviamos a algunos de los que «deambulaban» a tomarse un descanso, a la esfera de los negocios. Sobre todo, esta formulación se adaptaba a Sergei Nikolaevich Rumas. Era muy respetado por todos, al menos por su experiencia positiva del liderazgo en el sector bancario, así como su estilo respetuoso de comunicación y liderazgo.

Entonces, ¿sigue siendo esta figura de compromiso, o cualquier intento de convertirse en sujeto político tendrá graves consecuencias para él?

En nuestra historia, cruzar esa línea roja es, realmente, en cierta medida, un suicidio. De nuevo, recientemente se pronunciaron las palabras sobre la línea roja sobre el ministro Pavel Latushko. Ha habido un programa en la televisión, en que el presidente al pie de la letra pronuncia una frase de que una persona ha cruzado la línea, y antes casi andaba de rodillas.

Voy a decir una cosa cínica, pero las personas que ahora forman parte del Consejo Coordinador de la oposición, ellas, por supuesto, pueden gozar de algún apoyo en la sociedad, pero no les van a escuchar desde el otro lado, porque son ajenas a la nomenclatura. Por tanto, deberá haber figuras que puedan ser de las primeras, pero que no provoquen rechazo. Pero tan pronto como asoman la cabeza, tienen que huir a la emigración o presentarse ante una causa penal.

¿Fue la crueldad de las fuerzas de seguridad un descubrimiento para usted? ¿Tiene una explicación?

Sí. Esto nunca ha sucedido en Belarús; no importa lo que digan sobre las fuerzas de seguridad belarusas en relación a la oposición, esto no ha sucedido aquí desde 1940. Está claro que aquellos que habían tenido problemas antes también lo pasaron mal, pero créanme, esto nunca ha sucedido. Sí, detuvieron, pero nunca golpearon a nadie, no trataron mal a nadie después de su arresto, no torturaron, lo máximo que aplicaron fue presión psicológica. No tengo explicación para esta crueldad. Pero hay una explicación de dónde viene tan ostentosa lealtad ahora. Es simplemente causa de la crueldad mostrada. En nuestro país, hay una gran responsabilidad penal por la tortura, incluso la pena de muerte. Estas personas ahora piensan realmente que no tienen dónde huir.

Ya se nota el proceso de la división social: familias y vecinos que solían convivir ahora comienzan a mirarse con cautela, si hay representantes de las fuerzas de seguridad entre ellos, comienzan a mirarlos con recelo. Esto, por supuesto, presiona. Los alumnos no confían en sus maestros, porque saben que para María Ivanovna 10 + 10 son 110. La protesta se expresa en el hecho de que los padres no quieren hacer colectas para obras en las escuelas.

Los médicos están prestando asistencia a las personas que han sido golpeadas por la policía en Minsk. 14 agosto 2020.
Source: Tatiana Zenkovich, EPA / Scanpix / LETA

Por otro lado, entiendo perfectamente a las fuerzas de seguridad y funcionarios que han participado en todo esto. Parece que no tienen vuelta atrás. Pero muchos países lo han sufrido. Si nos fijamos en los mecanismos que se llaman con una palabra fuerte, «lustración», veremos que el porcentaje de personas sometidas a algún tipo de responsabilidad es insignificante y tiende a cero. Para la mayoría, incluso para los culpables de algo, basta con pedir «perdón», basta con bajar de puesto a alguien y [hacerle] incurrir en responsabilidad disciplinaria. Así es como deberán desarrollarse los acontecimientos.

Es muy importante aquí no caer en el paradigma de algún tipo de venganza. La sociedad belarusa es realmente compacta y todos seguimos viviendo juntos. Es imposible sin reconciliación.

Sinceramente, no parece que la sociedad belarusa esté exigiendo venganza o haga ponerse de rodillas a la policía antidisturbios, como en Ucrania…

En absoluto. Todo el tiempo nos comparan con el Maidán de Ucrania, con los acontecimientos de las Repúblicas de Transcaucasia, donde el enfrentamiento ha sido bastante duro en ambos lados. Belarús es un país diferente.

Algunos opinan que Lukashenko ha superado la cúspide de las protestas y podrá seguir manteniendo el poder «con bayonetas». ¿Es así?

No hay tantas «bayonetas» en Belarús. Los mítines y las acciones se celebran no solo en Minsk, sino también en lugares donde nunca se habían celebrado antes. Es imposible gobernar el país en tales condiciones. Las protestas así no pueden reprimirse a menos que se desinflen. Hay varias opciones básicas en mi opinión. La más sencilla es la transformación del propio sistema y el diálogo con la sociedad. La segunda opción es un intento de seguir sentados «en las bayonetas» en espera de la inminente crisis económica profunda. Y si antes había algunas opciones para préstamos alternativos, después de agosto del 2020 solo queda la esperanza de la ayuda rusa. Pero solo será un analgésico temporal, las razones de la insatisfacción no desaparecerán en ningún lado. Belarús es un país de pantanos, y apagar un incendio en una turbera es lo más difícil. Cualquier bombero se lo dirá.

¿El liderazgo belaruso dependerá ahora aún más del ruso? ¿Si es posible llevar a cabo la muy «profunda integración» con la que sueñan los funcionarios rusos en tal situación? ¿Y a qué puede llevar esto?

Si dejamos de lado las emociones y miramos la situación desde la distancia, la influencia de Rusia en la situación belarusa es decisiva. Si Rusia, no con palabras, sino con hechos, hubiera tomado una postura neutral y no hubiera apoyado a ninguna de las partes, la revolución belarusa habría ganado en una semana. En cambio, vemos que los periodistas rusos han reemplazado a sus colegas belarusos que dimitieron por razones morales y éticas. Vemos una declaración sobre una cierta reserva de la Guardia rusa en caso de injerencia en el conflicto interno belaruso. Pero esto no es un Maidán, no hay manuales de instrucciones, no es una protesta proeuropea o anti-rusa, es una protesta del pueblo belaruso. Ni un solo político en su sano juicio en Belarús, menos los marginales más extremos, que hay en todas las partes, abogará nunca por excavar un foso con cocodrilos en la frontera con Rusia. Está claro que es uno de nuestros principales vecinos y socios en la economía y en la política. Es necesario construir relaciones comerciales normales y comprensibles en las que se cumplan todos los contratos.

¿Qué pasará si el liderazgo ruso ejerce presión sobre el régimen debilitado y exige una «integración más profunda»?

Aquí, en mi opinión, hay dos opciones para Rusia. La primera es firmar documentos con el liderazgo actual belaruso. Entonces tendrán que enfrentarse al descontento de los belarusos. Todos ven una integración más profunda como la venta de la soberanía, y los belarusos aspiran vivir en su propio país. La segunda opción es iniciar una transformación suave y controlada en Belarús. Lo que incluye una reforma constitucional y elecciones anticipadas. Durante este tiempo, Rusia tendrá la oportunidad de crear lo que, como ha resultado ser, faltaba en Belarús: políticos prorrusos. No teníamos tales políticos a los que hubieran comprendido en el Kremlin, debido al monopolio de Lukashenko en el diálogo con Rusia. Esta es una opción más suave, comprensible para Rusia, pero también hay una cuestión: cómo se la tomarán los belarusos. Y cuánto tiempo durará…

Lukashenko, por cierto, acusó al equipo de Viktor Babariko de tener tales contactos.

Se puede culpar a cualquiera, pero el presidente de facto posee el monopolio de esos contactos. Incluso escuché la opinión de que Sergei Rumas fue apartado del poder porque lo ven en Kremlin como una persona comprensible, como un financiero correcto, buen economista y en general una persona agradable para comunicarse con ella.

Es en este sentido que entiendo la declaración de Lavrov de que Moscú no tiene nadie con quién hablar menos Lukashenko. Por lo tanto, el actual gobierno no permite que en el Consejo de Coordinación de la oposición aparezcan figuras negociadoras para que aparente ser lo más incomprensible posible, lo más antirruso posible.

Otra cuestión es que la excesiva preocupación de Rusia por los políticos prorrusos aún no ha dado buenos resultados en ningún país. Todo resulta exactamente al revés. El político prorruso se percibe como un traidor a la patria. Por ejemplo, Georgia es una paradoja: tiene el gobierno más prorruso ahora. Rusia se beneficia de un liderazgo pragmático razonable de un país vecino, lo que permitirá invertir de manera rentable en sus empresas y no participar más tarde en incautaciones de asaltantes. Esta opción sería la más beneficiosa para Rusia: reconocer el derecho del pueblo belaruso a determinar su propio destino. Todos los intentos de apoyar al gobierno actual estimulan el descontento con Rusia. Nadie en las protestas quemó banderas rusas o salió con las banderas de la UE y los Estados Unidos, pero llevando una política tan torpe e irrespetuosa hacia el pueblo belaruso, Rusia corre el riesgo de provocar un aumento del descontento. Una cosa es cuando las autoridades no respetan a su gente; otra historia es cuando las personas dicen que son hermanos, en vez de condenar la violencia, están listas para enviar más policías antidisturbios.

¿Está claro, en su opinión, el programa del Consejo de Coordinación de la oposición en tal situación? ¿Cuáles son sus puntos débiles aparte de la falta de figuras que sean aceptables para Moscú? ¿Las protestas pacíficas todavía tienen posibilidades de ganar?

Por un lado, el Consejo de Coordinación pide cosas bastante simples y comprensibles: liberar a los presos políticos, castigar a los autores de los actos de violencia y llevar a cabo unas nuevas elecciones con un sistema de escrutinio transparente. Por otro lado, podemos decir que estos requisitos son bastante utópicos, porque no implican ningún programa económico ni político inteligible, y las reformas correspondientes deberán comenzar inmediatamente al implementar dichos requisitos. Pero en la elaboración de tales programas radica el diálogo de fuerzas las políticas al que ahora llama el Consejo de Coordinación. Se puede afirmar que ninguna de las partes comprende ahora la situación económica. Por lo tanto, se necesita un compromiso razonable.


Entrevistador: Maxim Solopov